11. 1 de Reyes
DIOS desde el inicio de los tiempos deseo una familia y nos creo para ser parte de ella, fuimos, somos, y seremos sus hijos amados; Pero como todo hijo, en momentos seremos obedientes y en otros no, le traeremos ha nuestro padre aflicciones y en otras oportunidades alegrías, también lo haremos sentir orgulloso, y en otras defraudado. Pero este padre que tiene un corazón tan grande que ama a toda la humanidad de igual manera nunca deja de proteger a sus hijos por más mal que este se porte.
Hemos tenido diferencias con nuestro padre y nos hemos alejado de él, creímos que estábamos preparados para afrontar la vida sin la protección y las enseñanzas de este, que sabíamos lo suficiente como para valernos por nuestra cuenta y nos dimos un gran tropezón. Solos en el mundo con el orgullo como escudo pero con un vacio en nuestro corazón hemos estado errantes desde entonces, buscando en el deseo eso que nos hace falta, buscando en la carne la satisfacción, sin darnos cuenta que esas cosas duran solo unos instantes, y que el amor de un padre dura toda la eternidad.
DIOS con su corazón bondadoso, con su misericordia, con su templanza, nos escribe una carta de amor y reconciliación para que nosotros sus hijos amados volvamos a casa bajo su calor y cuidado, con el arrepentimiento a flor de piel, y con el perdón ganado desde hace tiempo. Esta carta de amor y reconciliación es traída de la mano de nuestro hermano JESUS, un nuevo pacto, en ella nuestro padre nos cuenta lo que ha sucedido y ha de suceder, dice que es lo que quiere que hagamos con nuestras vidas, nos cuenta sus penas y el dolor que le causamos, y todo lo que ha hecho por recobrarnos, y el camino que debemos tomar, el respeto que le debemos a su hijo JESUS por la tarea tan difícil que le ha tocado vivir siendo el ejemplo y el responsable de nuestras vidas.
Algunos no se alejaron mucho del hogar y otros demasiado lejos, algunos perdimos el rumbo, otros lo encontramos fácilmente, pero DIOS nuestro padre que nunca aparto la mirada sobre sus hijos se dio cuenta de esto, y decidió venir a nosotros en este mensajero divino, nuestro hermano mayor JESUS, el es nuestro guía, el que va a interceder entre nuestro padre y nosotros, el va a mostrarnos el camino de regreso a casa, él es el hermano mayor que se para frente a quien nos quiere hacer daño, que nos protege de todo mal, el que nos levanta cuando caemos o nos sube en sus brazos cuando ya no podemos mas, quien nos da una palabra de aliento para continuar cuando perdemos las esperanzas, quien nos reprende cuando obramos mal, porque de él aprendemos lo que nuestro padre nos enseña, de él es el ejemplo; tanto nos quiere nuestro hermano que dio todo por nosotros y acepto el castigo de nuestros errores con su propia vida.
Si hoy nos damos cuenta de esto, entonces estamos preparados para regresar a casa, habiendo aprendido la lección más dura de nuestras vidas que nos marco para siempre, dejando esa cicatriz en nuestra alma para que recodásemos que nunca más tenemos que desobedecer aunque creamos que sentimos lo correcto, nos hace falta seguir madurando y debemos confiar en nuestro padre que quiere lo mejor para nosotros y sabe que nos conviene, y no olvidar jamás que por nuestra soberbia, egoísmo, y vanidad nuestro hermano se sacrifico por salvar nuestras vidas cuando trataba de rescatarnos de nosotros mismos¡ y del poder, la grandeza, y la majestuosidad de nuestro padre que dio la vida de su hijo por nosotros y luego lo trajo de la muerte por amor.
De esta forma podemos ser parte de la familia de DIOS y llamar a JESUS nuestro hermano, solo nos queda una prueba más para demostrarle a nuestro padre que comprendimos y que deseamos ser parte de su familia, es un acto simple en comparación de lo que hizo nuestro hermano por nosotros y lo que espera nuestro padre.
El BAUTISMO un símbolo de lo que hizo JESUS por nosotros, morir a nuestra vida anterior y nacer dentro de esta familia como personas renovadas, demostrando que somos capaces de sacrificar lo que fuimos por el amor que sentimos a nuestro hermano y a nuestro padre.
Si bien pertenecemos a una familia humana, también pertenecemos a una familia espiritual, y esto lo podemos comparar cuando tenemos hijos propios, el amor que sentimos por ellos es incomparable e irremplazable, es algo implícito que no tiene cuestionamiento, pero el aceptar hijos del corazón, hijos que no son propios y darles el mismo amor incondicional, sacrificarse por ellos, y sufrir por sus dolencias o amarguras, esto tiene una doble recompensa porque es algo ganado en el corazón que solo se siente cuando uno está muy cerca de DIOS.
Cuando uno se acerca lo suficiente a DIOS, toda la gracia del padre que es tan grande nos toca y su esencia queda en nuestro ser, nos unge, y tenemos parte de su naturaleza en nosotros, solo que a veces tardamos en darnos cuenta de esto o de saber que debemos hacer con ello, en mayor o menor medida ese don que DIOS nos da tiene un propósito descubramos cual es el fin de este y usémoslo para bien en beneficio de los demás, es un regalo que se nos da, no en beneficio propio sino por amor, el mandamiento más importante para DIOS, de eso se trata nuestra existencia, fuimos creados por amor, salvados por amor, y unidos por amor, AMADOS LOS UNOS A LOS OTROS, fuimos creados para ser santos para vivir en esta familia con la gracia de DIOS de JESUS y el ESPIRITU SANTO.