Dios dice, te rescate de la muerte, te di bendición en tu vida, te puse en una tierra nueva en la que tus ojos no ven tristezas ni muerte, te di esperanza y riquezas que no habías pensado tenerlas, ¡y me diste la espalda luego de obtenerlas!, ¡dejaste de confiar en mi y de seguir mis consejos!, ¡te volcaste nuevamente a tus pensamientos y tus conveniencias!, ¡dejaste de servirme a mi que te protegía y te daba señales de mi presencia en tu vida!, ¡te creíste apto para soltar mi mano y cuidarte solo!, pues si así lo decides así lo haré, y me sentare ha ver como haces para retener lo que has conseguido, porque de ti no me olvidare, me has lastimado mucho, porque te quería.
Así como me has reemplazado en tu corazón, así te conduces en la vida, nada cuidas, ni piensas en tus hijos, ¡esos valores les enseñaras!, ¡eso verán de ti con sus ojos!, lo que no valoras se te escurrirá de las manos, lo que te hubiera engrandecido sera tu condena, y lo que has sembrado con tu altivez cosecharas en tu vejes, porque el mismo corazón que tienes hoy para conmigo lo heredaran tus hijos, y harán contigo lo mismo que tu hiciste conmigo.